¿Y si la clave no es cuánto comprimes… sino cómo liberas el tórax?
Este estudio demuestra que la velocidad de retroceso del tórax predice mejor el gasto cardíaco que la profundidad o el ritmo. La re-expansión torácica importa tanto como comprimir fuerte.
¿y si el problema, esta en la DIÁSTOLE de la RCP?
Paciente masculino, 66 años, cirugía abdominal mayor por tumor retroperitoneal. Anestesia general balanceada, línea arterial y capnografía continua.
A mitad del procedimiento, bradicardia progresiva. EtCO₂ desciende.
📉 Paro cardíaco presenciado. Se inicia RCP inmediata.
Compresiones “manuales de alta calidad”: ritmo correcto, profundidad adecuada, buena frecuencia. Sin embargo… el EtCO₂ no sube de 11 mmHg.
📟 Línea arterial plana.
“¿Estás seguro de que estás comprimiendo bien?”
“Sí, ritmo 110, profundidad 5–6 cm…”
Pero nadie revisa cómo se está liberando el tórax (re-expansión torácica).
El reanimador, en un ángulo incómodo, con los hombros tensos, mantiene presión constante sin permitir el rebote torácico completo. Y entonces surge la pregunta que no muchos saben formular:
“¿Estás dejando que el tórax se expanda… o solo estás empujando sin soltar?”
Hoy analizamos una publicación reciente que sugiere que la clave de la reanimación efectiva no está solo en cuánto comprimes… sino en qué tan rápido liberas. Un concepto olvidado que podría explicar por qué, incluso en quirófano, una RCP que parece correcta… no genera perfusión suficiente.
…tal vez no es la fuerza… sino la retracción del tórax
Una RCP técnicamente correcta —frecuencia entre 100–120, profundidad entre 5 y 6 cm, fracción de compresión >80 %— no siempre genera buena perfusión. Y esto, que muchas veces vemos en quirófano, ahora tiene una explicación fisiológica más precisa: la velocidad de retroceso torácico podría ser la clave.
El equipo de Chandran et al., en un estudio publicado en Resuscitation Plus (2025), exploró esta hipótesis.
Analizaron datos de 182 pacientes en paro cardíaco, con monitoreo detallado mediante dispositivos de retroalimentación en tiempo real y curvas de dióxido de carbono espirado (EtCO₂).
Su objetivo: identificar qué parámetro de la RCP —frecuencia, profundidad, velocidad de compresión o de descompresión— se correlacionaba mejor con el gasto cardíaco efectivo, estimado indirectamente por el EtCO₂.
📊 ¿Qué encontraron?
El hallazgo fue claro:
✅ La velocidad de retroceso torácico (chest recoil velocity) fue el único parámetro que se correlacionó significativamente con el EtCO₂ (p < 0.001).
Ni la profundidad
Ni la frecuencia
Ni siquiera la velocidad de compresión mostraron correlación consistente
En otras palabras: los pacientes que recibieron compresiones con un retroceso rápido y completo tuvieron mayor EtCO₂, lo que sugiere mejor perfusión.
Este resultado cambia la forma en que pensamos la RCP. Tradicionalmente, se nos ha entrenado para enfocarnos en la compresión. Pero este estudio nos recuerda que la fase pasiva —el rebote— es igual o más importante. Porque es ahí donde se genera la presión negativa intratorácica, que permite el retorno venoso, y con ello, el cebado efectivo del ventrículo para la siguiente eyección.
📎 ¿Qué concluyeron los autores?
La calidad de la RCP no puede medirse solo por frecuencia y profundidad
La fase de liberación debe ser evaluada activamente
Técnicas que favorezcan el retroceso —posición ergonómica, manos relajadas en fase ascendente, uso de retroalimentación— deben integrarse al entrenamiento clínico
Dispositivos de RCP automatizada deben ser ajustados o seleccionados según su perfil de recoil
El EtCO₂ es una herramienta útil para detectar si la compresión no está permitiendo un rebote eficaz
Aplicación en quirófano: comprimir fuerte… no sirve si no sueltas rápido
El quirófano es un entorno controlado, pero también exigente:
Campos quirúrgicos limitados
Posiciones incómodas para el reanimador
Urgencia por “hacer algo” rápido
Distracción con dispositivos, alarmas, órdenes cruzadas
Y en medio de esa presión, es fácil caer en una trampa: centrarnos solo en la compresión… y olvidar la liberación.
Pero si algo nos enseña el estudio de Chandran et al., es esto:
👉 La presión negativa que genera el retorno venoso no ocurre mientras empujas… ocurre cuando liberas el tórax. Y ocurre mejor si lo haces rápido.
🎯 Recomendaciones específicas para quirófano:
🫁 1. Entrenamiento con foco en el recoil torácico
Enseña a los residentes y staff que el rebote importa tanto como el empuje
Usa simuladores que muestren velocidad de descompresión
Entrena con cronómetro: pausa breve, manos sueltas, control de ritmo
📟 2. Uso de retroalimentación fisiológica intraoperatoria
EtCO₂ < 15 mmHg sin causa ventilatoria = posible retroceso deficiente
Línea arterial sin variabilidad = probable baja precarga
Monitorea NIRS si está disponible: descenso continuo puede sugerir perfusión ineficaz
🧑⚕️ 3. Ergonomía del reanimador
Coloca al reanimador directamente sobre el tórax
Evita compresiones inclinadas o con codos extendidos (impiden liberar completamente)
Haz cambios cada 1 minuto para evitar rigidez muscular que impida soltar el tórax
⚙️ 4. Evaluación y elección de dispositivos automáticos
Si usas compresores automáticos, asegúrate de que permitan recoil activo o al menos pasivo sin fricción
Algunos modelos tienen perfiles de compresión muy agresivos pero con rebote lento: eso limita el retorno venoso
📋 5. Check-in técnico en cada paro
Antes de la primera compresión:
¿Estoy sobre el tórax?
¿Mis manos permiten liberar?
¿Hay espacio para el rebote?
¿Hay alguien vigilando el EtCO₂?
Reflexión personal: reanimar no es solo empujar… es saber soltar
Durante años nos han repetido que la compresión es el centro de la RCP.
Y claro que lo es.
Pero nunca nadie nos habló con la misma fuerza sobre el retroceso. Sobre esa parte silenciosa, pasiva, casi invisible… que ocurre cuando dejas de empujar.
Yo mismo, en múltiples simulaciones, he insistido en el ritmo, en la profundidad, en los ciclos. Pero raras veces he hecho una pausa para preguntar:
—¿Estás dejando que el tórax se expanda por completo?
Porque en el quirófano, a veces lo urgente nos hace ciegos. Queremos actuar, comprimir, hacer algo. Pero el cuerpo necesita más que movimiento: necesita fisiología.
El estudio de Chandran et al. es un recordatorio poderoso: que incluso una RCP “correcta” puede fracasar… si el tórax no tiene espacio ni tiempo para reexpandirse. Y ese error no se ve en el monitor. No lo corrige la adrenalina. Ni lo mejora el bicarbonato.
Solo se detecta con ojos clínicos… y con humildad para revisar la técnica.
💬 ¿Y tú qué opinas?
🔹 ¿Tú o tu equipo alguna vez han entrenado conscientemente el recoil torácico?
🔹 ¿Usan EtCO₂ o línea arterial para detectar retroceso ineficaz?
🔹 ¿Has sentido que “todo está bien”… pero el paciente simplemente no responde?
Cuéntanos tu experiencia.
Porque reanimar no siempre es hacer más.
A veces es hacer mejor… lo que todos damos por hecho.