Bicarbonato: ¿Héroe o Verdugo en Plena Cirugía?
Un ultrasonido fallido, una "CAUSA INESPERADA" y la controvertida decisión que sacude los cimientos de la reanimación.
¿Y si un “veneno” fuera, APARENTEMENTE, la única esperanza para un paciente al borde de la muerte?
Imagina la presión de un quirófano donde un simple fallo en el ultrasonido conduce a decisiones apresuradas y maniobras de alto riesgo. Justo cuando parece que todo está bajo control, las cifras en el monitor se disparan y un paro cardíaco irrumpe en escena, enfrentándote al dilema de administrar—o no—una dosis de bicarbonato.
Trataremos de reflexionar si, en el caso descrito a continuación, hay más información sobre la fisiología del paciente que deba considerarse para tomar esa decisión o alguna otra.
Comienza la Historia…
El paciente es un hombre de 62 años, Fernando, con un síndrome abdominal que ha evolucionado durante tres semanas, integrando un diagnóstico de sospecha de obstrucción u “oclusión intestinal”.
Se encuentra en condiciones generales muy deterioradas: deshidratación severa, intolerancia a la vía oral y desnutrición crónica agudizada. Se decide llevarlo a quirófano para una cirugía, concretamente una laparotomía exploradora. Ante el riesgo del procedimiento y la complejidad del caso, se toman todas las precauciones, incluyendo la optimización preanestésica.
El plan consiste en una anestesia general balanceada (técnica que el anestesiólogo domina con mayor seguridad), intubación orotraqueal sin aparentes complicaciones o dificultades, una vía venosa central (yugular interna derecha) bajo guía de ultrasonido (que finalmente se completó sin dicha guía al fallar el equipo en el último momento) y una línea arterial radial izquierda para monitoreo estricto.
Durante la cirugía, se identifican signos de isquemia mesentérica y, tras liberar las asas intestinales, el paciente experimenta una mejora transitoria en la perfusión, aunque su estado hemodinámico sigue siendo muy frágil.
Pese al uso de vasopresores (noradrenalina al inicio, complementada con vasopresina después por la pobre respuesta), reposición de fluidos y sangre con paquete globular (dado que partía de una hemoglobina de 7 g/dL), la respuesta continúa siendo pobre (cuando no, prácticamente ausente).
De forma abrupta, luego de la restitución agresiva de la volemia a través del catéter venoso central, se presentan cambios en las presiones de la vía aérea (reportados por el ventilador) y en la curva de capnografía, anunciando un deterioro crítico. Del otro lado, los cirujanos, enfrascados en encontrar la causa de la isquemia, luchaban contra un abdomen hostil y condiciones hemodinámicas precarias.
En ese punto crítico, ocurrió lo que nadie deseaba: un repentino paro circulatorio.
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